“Nunca fuiste invisible, yo estaba ciega”
Suena irónico decir que la cosa más triste que me ha pasado en esta vida es ser lo que soy. Yo ya me cansei de ser cachorro. La única forma de escapar de una vida tan real como la mía, fue abandonar aquella casa donde ni siquiera sentía el fondo de mi estomago, y era como un mueble más.
Estar en la calle es como un paraíso, si omitimos algunas cosas; los golpes de la gente, los escapes furtivos de los autos y las miradas de odio y miedo. La gente que pasa me mira como si fuera un perro radioactivo por no ser de raza. Hubiera preferido ser una gran ave, un oso o quizá un lobo.
El día más triste que recuerdo fue cuando me quedé bajo la lluvia, mi pelo se estaba mojando por completo, mi cuerpo estaba tirado en un charco, bajo él, la tierra se volvió fría y lodosa. Mis ojos parpadeaban buscando ver una luz y al mismo tiempo esquivaban las gotas que caían. El tiempo dolía, pesaba, me torturaba. Siempre supe que mi muerte iba a ser solitaria, no tendría nadie que llorara mi muerte o recogiera mi inerte cuerpo; entonces, comencé a recordar los escasos momentos felices de mi vida. Mi primer recuerdo fue cuando mama me sacó de una bolsa llena de líquido y comenzó a lamerme y cobijarme con su cuerpo. La segunda memoria llegó y fue cuando jugaba con mis hermanitos, corríamos y saltábamos. Esos son los únicos momentos más felices que tengo. Desde que me llevaron a esa casa pequeña y gris, pedía mimos, quería jugar y morder con cariño, quería sentirme un cachorro feliz en una familia de humanos, pero cuando pedía comida sólo recibía golpes...
Una luz se acercó, pero estaba demasiado cansado para levantar mi cabeza. La lluvia comenzaba a caer más rápido, al poco tiempo escuché unos pasos que se sumergían en el charco. Ella giró mi cabeza y mis ojos llorosos le sonreían. Sus lágrimas fluían como un río por sus mejillas, sus manos me sostenían con firmeza, pero a la vez con ternura.
Ella no tenía miedo de lo que aparentaba; con su dulce voz me dijo -No te conocí, pero te voy a extrañar, no te pude ayudar, pero espero hacer tus últimos momentos más felices…entonces sentí por primera vez lo que era un mimo, sentí por primera vez calor, sentí y conocí lo que era el amor, el amor que mis dueños no quisieron brindarme, el amor que por alguna razón me fue negado mientras tenía salud.
Al poco tiempo la lluvia se tornó en una suave llovizna, tenía tanto frío que ya no sentía nada, ya no sentía su calor aunque ella seguía abrazándome, mis parpados helados se cerraron poco a poco, jamás olvidaré esa imagen, ese momento, ese rostro, esos bellos ojos llenos de lágrimas por mi…Uno, dos, tres, cuatro, cinco… el hilo de mi vida se cortó y un sollozo se escuchó a mitad de la calle en medio de una pequeña llovizna.
26.10.11
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